13Februar
2018

San Cristóbal und die Grenze, von der das Auswärtige Amt abrät ;-)

Unser letzter Halt in Venezuela war die Stadt San Cristóbal in unmittelbarer Nähe zum Nachbarland Kolumbien. Da wir des Reisens in Venezuela langsam müde sind, war unser Aufenthalt nur von sehr kurzer Dauer. Nichtsdestotrotz hat sich unser Host die Mühe gemacht und uns ein paar Sehenswürdigkeiten der Gegend gezeigt. Wir haben den “Loma del viento” (dt. Windhügel) sowie den “Choro El Indio” (kleiner Wasserfall) besucht und einen leckeren Café in einer kleinen Kaffeerösterei getrunken.

CaféChoro El Indio

Dann hieß es Rucksäcke packen, die letzten Dollar verstecken und auf geht's in Richtung Grenze. Laut dem deutschen Auswärtigem Amt wird von Reisen in die Grenzregion zu Kolumbien abgeraten und ebenfalls von der Ausreise über den Landweg nach Kolumbien. Scheint also ein Abenteuer zu werden unser letzter Tag im Land wink. Gegen 5 Uhr früh ging es zum Terminal und von dort mit einer uralten Klapperkiste in Richtung San Antonio de Táchira. Auf dem halben Weg blieb das Auto natürlich stehen, aber der Fahrer besorgte uns schnell eine andere Mitfahrgelegenheit. Um 7 Uhr kamen wir im Grenzdorf an und wurden erstmal von ein paar Polizisten aufgehalten, die wissen wollten wo wir denn hinwollen. Blöde Frage, raus aus diesem Land endlich!

Das frühe Aufstehen hatte sich gelohnt und die Schlange zum Ausreisen war nicht ganz so lang. Vor uns warteten ca. 300 Personen mit ihrem gesamten Hab und Gut. Während der Warterei passte eine auf das Gepäck auf, während die andere die Gegend erkundigte. Ich beobachtete wie eine Polizistin die Handtasche einer Grenzgängerin untersuchte, eine Plastiktasche mit unbekanntem Inhalt herausnahm und in einen Abfalleimer verfrachtete. Die Dame holte sogleich ein paar Bolívares aus ihrer Hosentasche und bat sie der Polizistin an. Diese aber schüttelte mit dem Kopf und verwies auf ein armeegrünes Zelt (siehe Bild), in das sie gehen sollte. Das tat die Dame dann auch. In der Zeit in der sie sich im Zelt befand, fischte die Polizistin die Plastiktüte wieder aus dem Abfalleimer und als sie herauskam, gab sie sie ihr zurück. Man kann nur mutmaßen, was darin vor sich gegangen ist, aber ich schätze mal, dass die Dame eine kleine “Spende” abgegeben hat. Sabrina machte ein paar Fotos, bis ein Polizist auf sie aufmerksam wurde und ihr erklärte, das sei hier verboten. Die Fotos haben wir trotz seiner Anweisung logischerweise nicht gelöscht.

Schlange an der GrenzeAduana de San Antonio de Táchira

Knappe 2 Stunden warteten wir, bevor wir glückselig und ohne irgendein Problem den Ausreisestempel in unserem Pass hatten. Es gab für uns auch keine weitere Gepäckkontrolle und so gesellten wir uns in die Menschenmenge in Richtung der Grenzbrücke. Auf der Brücke wurde es am Ende ziemlich eng, doch gegen 9.15 waren wir auf kolumbianischem Staatsgebiet. Die Woche zuvor hatte Präsident Santos die Grenzstadt Cúcuta besucht und per Dekret verkündet, das jeder der an dieser Grenze einreist ein Weiterfahrtticket besitzen muss, (die Situation in der Grenzstadt hatte sich in den letzten Monaten sehr zugespitzt). Es dauerte eine Weile bis die kolumbianischen Polizisten kapiert hatten, dass wir keine Venezolanerinnen sind und wir weitertrampen wollen und somit kein Ticket besitzen. Die Zollbeamten dagegen waren etwas gechillter drauf und wir hatten unseren Stempel in nur 5 Minuten. Sie erzählten uns auch das angeblich 35.000 Menschen täglich die Grenze überqueren würden, davon aber nur ca. 4000 sich einen Stempel holen, sprich offiziell ins Land einreisen. Der Rest (ca. 30.000) arbeitet in Kolumbien oder geht einkaufen, mit welchem Geld stellt sich hier allerdings die Frage. Ich glaube, dass hier manche Menschen mehrmals täglich die Grenze überqueren und so kommt schlussendlich diese hohe Zahl zustande.

Das Zelt - La carpa militarSaliendo hacia el puente

Warum wir auf kolumbianischer Seite nicht anstehen mussten, verdanken wir wohl dem Zufall, dass alle Venezolaner ja ein Weiterfahrtticket brauchen und die Verkaufsstände der Busgesellschaften erst um 9 Uhr öffneten (Lima 220$, Santiago 360$). Somit haben wir dieses Problem, ohne es gewusst zu haben, schlau umgangen. Ich bin mir sicher offiziell hätten wir dieses Ticket ebenfalls benötigt, doch mit einem netten Lächeln und einem europäischen Pass, öffnet man sich so einige Türen. Ob das jetzt positiv oder negativ ist, lassen wir mal dahingestellt.

El puente - Die BrückeDe vuelta en Colombia ;-)

Ich persönlich würde die Grenze nicht als gefährlich bezeichnen und jeder der sich der Situation im Land bewusst ist kann hier ganz normal über dem Landweg einreisen. Allerdings sollte man sich schon bewusst sein, dass Polizisten einen durchsuchen können, daher Wertsachen verstecken bzw. Bestätigungen mitführen die dokumentieren, dass diese Sachen Eigentum sind. Nichtsdestotrotz wird hier garantiert viel geschmuggelt, also immer wachsam sein, wie meine Mutter mir immer schreibt wink. Bevor es weiterging gaben wir noch die restlichen Bolívares aus und wechselten unsere übrigen Dollar in kolumbianische Pesos. Im Stadtbus nach Cúcuta realisierten wir langsam, dass wir uns wieder in einem normal funktionierenden Land befinden. Eine schwere Last fiel von unseren Schultern und wir fühlten uns tatsächlich leichter und fröhlicher.

Für einen Touristen gestaltet es sich einfach diesem Land und seiner Krise zu entfliehen. In den Gedanken an unsere neu gewonnen venezolanischen Freunde, die sich noch dort befinden, konnten wir diesem aber leider nicht sehr viel Freundliches abgewinnen frown.

San Cristóbal y la frontera que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania no recomienda usar

Nuestra última parada en Venezuela fue la ciudad San Cristóbal que queda ya cerca de la frontera con Colombia. Estuvimos cansadas de viajar por Venezuela y nuestra estadía fue muy corta. Igualmente nuestro anfitrión quería mostrarnos un poco y visitamos la “Loma del viento”, el “Choro El Indio” una cascada y fuimos a tomar un café.

Después tuvimos que armar la mochila, esconder los últimos dólares e ir en dirección hacia la frontera. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania no recomienda viajar en la región cerca de la frontera y por supuesto no salir por tierra del país. Entonces una última aventura en Venezuela wink. A las 5 de la madrugada fuimos al terminal y tomamos un carro hacia San Antonio de Táchira. En la mitad del camino el auto se averió pero por suerte el chofer nos ayudó rápido a encontrar otra persona que nos llevó. A las 7 de la mañana llegamos al pueblo fronterizo y de primero algunos policías nos preguntaron a dónde vamos. Qué pregunta, salir de ese país, de esa locura!

Valió la pena levantarse tan temprano porque la cola para salir del país no estaba tan larga. Solo 300 personas esperaban antes de nosotras. Mientras esperamos una de las dos cuidó el equipaje y la otra fue a conocer un poco la zona. Observé como una policía revisó una bolsa de una mujer y sacó una bolsa plástica con un contenido desconocido y le puso en una basura. La mujer sacó algunos Bolívares y le ofreció a la policía. Ella pero negó con su cabeza y la remitió a una carpa color militar a donde tenía que ir. Por supuesto la señora hizo caso. Mientras estaba en la carpa la policía recogió la bolsa plástica de la basura y cuando la mujer volvió le dio de vuelta. Solo puede suponer que pasó adentro de la carpa pero estoy seguro que la señora hizo una pequeña colaboración. Sabrina sacó algunas fotos hasta que un policía lo notó y le dijo que está prohibido. Por supuesto no borramos las fotos que quería.

Solo dos horas esperamos hasta que tuvimos sin problemas nuestro sello en el pasaporte. Tampoco nos controlaron el equipaje y así salimos con la gente hacia el puente. Allá fue un poco apretado pero a las 9.15 estuvimos en tierra colombiana. La semana anterior el presidente Santos visitó Cúcuta y desde esa fecha toda la gente que sale de Venezuela tiene que tener una pasaje de continuación (la situación estaba muy difícil las últimas semanas). Necesitamos un poco de tiempo para que los policías colombianos entendieron que no somos venezolanas y no tenemos un pasaje porque queremos viajar haciendo dedo. La gente de la aduana al contrario puso menos problemas y en solo 5 minutos tuvimos nuestro sello. Ellos nos contaron que cada día cruzan 35.000 personas la frontera pero solo 4000 sacan su sello, significa solo ellos quieren quedarse en el país vecino. El resto (30.000) pasan diariamente para trabajar o comprar cosas (no sé con qué plata). Creo que algunas personas cruzan la frontera varias veces al día a causa de sus negocios. Así se juntan y aparece ese número tan grande.

Estuvimos sorprendidas que no tuvimos que esperar en una cola inmensa al lado de Colombia. Tuvimos mucha suerte a causa que los negocios de las empresas de los buses abren a las 9 de la mañana y la gente estaba comprando sus pasajes. En vez que nosotras no hicimos. Estoy segura que oficialmente nosotras también necesitamos ese pasaje de continuación pero con una sonrisa y un pasaporte europeo hay siempre puertas abiertas. No sé en realidad si esa circunstancia es linda o fea…

Yo personalmente puedo decir que esa frontera no es tan peligrosa como todos dicen o como el Ministerio de Alemania dice. Cada uno que sabe cómo es la situación en Venezuela puede entrar fácilmente por tierra. Claro puede ser que algunos policías les quieren cachear las personas por eso recomiendo esconder las cosas valiosas o tener documentos de que las cosas son su propiedad. Igualmente se contrabandea acá mucho. Significa que siempre tienes que estar atento como mi madre siempre me dijo wink. Antes de seguir hacia la ciudad Cúcuta gastamos nuestros últimos Bolívares y cambiamos los pocos dólares que nos quedaron a pesos colombianos. En el bus hacia Cúcuta nos dimos cuenta poco a poco que estamos en un país que funciona normalmente. Algo pesado perdimos y nos sentimos más ligeras y alegres.

Para un turista es muy fácil salir del país y su crisis. Pero nuestros pensamientos estaban donde nuestros nuevos amigos venezolanos que todavía están adentro y no pueden salir tan fácil como nosotras. Ese pensamiento no fue lindo y muy triste frown.